“Entiendo que no me has dado
riquezas terrenas y perecederas, pero me has dado la verdadera riqueza que es
el manjar eucarístico. ¿Qué mereciera yo si no consagrase todas mis ternuras a
la sagrada hostia? ¡Oh!, sí; lo comprendo, Señor; para obligarme a merecer el
Cielo, me lo das ya adelantado en la Tierra.”
“La Comunión se trata de juntar dos extremos:
Dios, que lo es todo, y la criatura, que es nada; Dios, que es luz, y la
criatura, que es tiniebla; Dios, que es la santidad, y la criatura, que es el
pecado. Tratase de sentarse a la mesa del Señor, ¿y puede haber para ello
preparación suficiente?”
"La comunión me parece una
dicha comparable con la felicidad de los santos y de los ángeles. Ellos miran a
Jesús cara a cara, seguros de no ofenderle y de no perderle ya; yo en estas dos
cosas les envidio y querría ser su compañera; pero en lo demás me sobran
motivos para saltar de júbilo, pues ya lo ve, Padre mío, Jesús entra cada
mañana en mi corazón; Jesús se da del todo a mí, a cambio de no darle yo nada,
nada absolutamente."
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