San
Francisco de Sales ( 1567 - 1622 )
Entre las prácticas de la religión, la Eucaristía
es lo que el Sol entre los astros.
"Si el mundo te pregunta por
qué comulgas con tanta frecuencia, dile que lo haces para aprender a amar a
Dios, para purificarte de tus imperfecciones, para consolarte en tus
aflicciones, para apoyarte en tus debilidades."
San Alfonso
de Ligorio ( 1696 - 1787 )
"El mismo Dios no puede hacer una acción más
sagrada y más grande que la celebración de una Santa Misa".
Jesús en el Sacramento es esta fuente abierta a
todos, donde siempre que queramos podemos lavar nuestras almas de todas las manchas
de los pecados que cada día cometemos.
El Santo
cura de Ars, San Juan María Vianney ( 1786 -1859 )
“Si conociéramos el valor de La Santa Misa nos
moriríamos de alegría”.
"Sí supiéramos el valor del Santo Sacrificio
de la Misa, qué esfuerzo tan grande haríamos por asistir a ella".
"Qué feliz es ese Ángel de la Guarda que
acompaña al alma cuando va a Misa".
"La Misa es la devoción de los Santos".
Santa Teresita del
Niño Jesús ( 1873 - 1897 )
"piensa, que Jesús está allí en el
sagrario expresamente para ti, para ti sola y que arde en deseos de entrar en
tu corazón... Vete a recibir sin miedo al Jesús de la paz y del amor... Es
imposible que un corazón «que sólo encuentra descanso mirando un sagrario»
ofenda a Jesús hasta el punto de no poderle recibir. Lo que ofende a Jesús, lo
que hiere su corazón es la falta de confianza... Hermanita querida, comulga con
frecuencia, con mucha frecuencia.» (Carta.
92 del 30 de mayo de 1889)
«Él no baja del cielo un día y otro día para quedarse en un copón dorado,
sino para encontrar otro cielo que le es infinitamente más querido que el
primero: el cielo de nuestra alma, creada a su imagen y templo vivo de la
adorable Trinidad»
EL SACRIFICIO DE LA MISA
Poco después de la gracia de Navidad, con solo 14 años escribe: «Jesús,
para salvar a los hombres quiso nacer más pobre que los pobres... ¿Quién,
Jesús, se atreverá a negarte este corazón que tan merecidamente has conquistado
y al que has amado hasta hacerte semejante a él y dejarte luego crucificar por
unos verdugos despiadados? Además, eso no te pareció todavía suficiente:
tuviste que quedarte para siempre cerca de tu criatura, y desde hace dieciocho
centenares de años estás prisionero de amor en la santa y adorable Eucaristía».
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