PENTECOSTÉS
ORIGEN DE LA FIESTA
Los judíos celebraban una fiesta para dar gracias por las cosechas, 50 días
después de la pascua. De ahí viene el nombre de Pentecostés. Luego, el sentido
de la celebración cambió por el dar gracias por la Ley entregada a Moisés.
En esta fiesta recordaban el día en que Moisés subió al Monte Sinaí y recibió
las tablas de la Ley y le enseñó al pueblo de Israel lo que Dios quería de
ellos. Celebraban así, la alianza del Antiguo Testamento que el pueblo
estableció con Dios: ellos se comprometieron a vivir según sus mandamientos y
Dios se comprometió a estar con ellos siempre.
La gente venía de muchos lugares al Templo de Jerusalén, a celebrar la fiesta
de Pentecostés.
En el marco de esta fiesta judía es donde surge nuestra fiesta cristiana de
Pentecostés.
LA PROMESA DEL ESPÍRITU SANTO
Durante la Última Cena, Jesús les promete a sus apóstoles: “Mi Padre os
dará otro Abogado, que estará con vosotros para siempre: el espíritu de Verdad” (San
Juan 14, 16-17).
Más adelante les dice: “Les he dicho estas cosas mientras estoy con
ustedes; pero el Abogado, El Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre,
ése les enseñará todo y traerá a la memoria todo lo que yo les he dicho.” (San
Juan 14, 25-26).
Al terminar la cena, les vuelve a hacer la misma promesa: “Les conviene
que yo me vaya, pues al irme vendrá el Abogado,... muchas cosas tengo todavía
que decirles, pero no se las diré ahora. Cuando venga Aquél, el Espíritu de
Verdad, os guiará hasta la verdad completa,... y os comunicará las cosas que
están por venir” (San Juan 16, 7-14).
En el calendario del Año Litúrgico, después de la fiesta de la Ascensión, a los
cincuenta días de la Resurrección de Jesús, celebramos la fiesta de
Pentecostés.
EXPLICACIÓN DE LA FIESTA:
Después de la Ascensión de Jesús, se encontraban reunidos los apóstoles con la
Madre de Jesús. Era el día de la fiesta de Pentecostés. Tenían miedo de salir a
predicar. Repentinamente, se escuchó un fuerte viento y pequeñas lenguas de
fuego se posaron sobre cada uno de ellos.
Quedaron llenos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas
desconocidas.
En esos días, había muchos extranjeros y visitantes en Jerusalén, que venían de
todas partes del mundo a celebrar la fiesta de Pentecostés judía. Cada uno oía
hablar a los apóstoles en su propio idioma y entendían a la perfección lo que
ellos hablaban.
Todos ellos, desde ese día, ya no tuvieron miedo y salieron a predicar a todo
el mundo las enseñanzas de Jesús. El Espíritu Santo les dio fuerzas para la
gran misión que tenían que cumplir: Llevar la palabra de Jesús a todas las
naciones, y bautizar a todos los hombres en el nombre del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo.
Es este día cuando comenzó a existir la Iglesia como tal.
¿QUIÉN ES EL ESPÍRTU SANTO?
El Espíritu Santo es Dios, es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. La
Iglesia nos enseña que el Espíritu Santo es el amor que existe entre el Padre y
el Hijo. Este amor es tan grande y tan perfecto que forma una tercera persona.
El Espíritu Santo llena nuestras almas en el Bautismo y después, de manera
perfecta, en la Confirmación. Con el amor divino de Dios dentro de nosotros,
somos capaces de amar a Dios y al prójimo. El Espíritu Santo nos ayuda a
cumplir nuestro compromiso de vida con Jesús.
SEÑALES DEL ESPÍRITU SANTO:
El viento, el fuego, la paloma.
Estos símbolos nos revelan los
poderes que el Espíritu Santo nos da: El viento es una fuerza invisible pero
real. Así es el Espíritu Santo. El fuego es un elemento que limpia. Por
ejemplo, se prende fuego al terreno para quitarle las malas hierbas y poder
sembrar buenas semillas. En los laboratorios médicos para purificar a los
instrumentos se les prende fuego.
El Espíritu Santo es una fuerza invisible y poderosa que habita en nosotros y
nos purifica de nuestro egoísmo para dejar paso al amor.
NOMBRES DEL ESPÍRITU SANTO.
El Espíritu Santo ha recibido varios nombres a lo largo del nuevo Testamento:
el Espíritu de verdad, el Abogado, el Paráclito, el Consolador, el
Santificador.
MISIÓN DEL ESPÍRITU SANTO:
·
El Espíritu Santo es santificador: Para
que el Espíritu Santo logre cumplir con su función, necesitamos entregarnos
totalmente a Él y dejarnos conducir dócilmente por sus inspiraciones para que
pueda perfeccionarnos y crecer todos los días en la santidad.
·
El Espíritu Santo mora en nosotros: En
San Juan 14, 16, encontramos la siguiente frase: “Yo rogaré al Padre y les dará
otro abogado que estará con ustedes para siempre”. También, en I Corintios 3.
16 dice: “¿No saben que son templo de Dios y que el Espíritu Santo habita en
ustedes?”. Es por esta razón que debemos respetar nuestro cuerpo y nuestra
alma. Está en nosotros para obrar porque es “dador de vida” y es el amor. Esta
aceptación está condicionada a nuestra aceptación y libre colaboración. Si nos
entregamos a su acción amorosa y santificadora, hará maravillas en nosotros.
·
El Espíritu Santo ora en nosotros:
Necesitamos de un gran silencio interior y de una profunda pobreza espiritual
para pedir que ore en nosotros el Espíritu Santo. Dejar que Dios ore en
nosotros siendo dóciles al Espíritu. Dios interviene para bien de los que le
aman.
·
El Espíritu Santo nos lleva a la verdad
plena, nos fortalece para que podamos ser testigos del Señor, nos muestra la
maravillosa riqueza del mensaje cristiano, nos llena de amor, de paz, de gozo,
de fe y de creciente esperanza.
EL ESPÍRITU SANTO Y LA IGLESIA:
Desde la fundación de la Iglesia el día de Pentecostés, el Espíritu Santo es
quien la construye, anima y santifica, le da vida y unidad y la enriquece con
sus dones.
·
El Espíritu Santo sigue trabajando en la
Iglesia de muchas maneras distintas, inspirando, motivando e impulsando a los
cristianos, en forma individual o como Iglesia entera, al proclamar la Buena
Nueva de Jesús.
Por ejemplo, puede inspirar al Papa a dar
un mensaje importante a la humanidad; inspirar al obispo de una diócesis para
promover un apostolado; etc.
·
El Espíritu Santo asiste especialmente
al representante de Cristo en la Tierra, el Papa, para que guíe rectamente a la
Iglesia y cumpla su labor de pastor del rebaño de Jesucristo.
·
El Espíritu Santo construye, santifica y
da vida y unidad a la Iglesia.
·
El Espíritu Santo tiene el poder de
animarnos y santificarnos y lograr en nosotros actos que, por nosotros, no
realizaríamos. Esto lo hace a través de sus siete dones.
LOS SIETE DONES DEL ESPÍRITU
SANTO:
Estos dones son regalos de Dios y sólo con nuestro esfuerzo no podemos hacer
que crezcan o se desarrollen. Necesitan de la acción directa del Espíritu Santo
para poder actuar con ellos.
·
SABIDURÍA: Nos permite entender,
experimentar y saborear las cosas divinas, para poder juzgarlas rectamente.
·
ENTENDIMIENTO: Por él, nuestra
inteligencia se hace apta para entender intuitivamente las verdades reveladas y
las naturales de acuerdo al fin sobrenatural que tienen. Nos ayuda a entender
el por qué de las cosas que nos manda Dios.
·
CIENCIA: Hace capaz a nuestra
inteligencia de juzgar rectamente las cosas creadas de acuerdo con su fin
sobrenatural. Nos ayuda a pensar bien y a entender con fe las cosas del mundo.
·
CONSEJO: Permite que el alma intuya
rectamente lo que debe de hacer en una circunstancia determinada. Nos ayuda a
ser buenos consejeros de los demás, guiándolos por el camino del bien.
·
FORTALEZA: Fortalece al alma para
practicar toda clase de virtudes heroicas con invencible confianza en superar
los mayores peligros o dificultades que puedan surgir. Nos ayuda a no caer en
las tentaciones que nos ponga el demonio.
·
PIEDAD: Es un regalo que le da Dios al
alma para ayudarle a amar a Dios como Padre y a los hombres como hermanos,
ayudándolos y respetándolos.
·
TEMOR DE DIOS: Le da al alma la
docilidad para apartarse del pecado por temor a disgustar a Dios que es su
supremo bien. Nos ayuda a respetar a Dios, a darle su lugar como la persona más
importante y buena del mundo, a nunca decir nada contra Él.
ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el
fuego de tu amor; envía Señor tu Espíritu Creador y se renovará la faz de la
tierra.
OH Dios, que quisiste ilustrar los corazones de tus fieles con la luz del
Espíritu Santo, concédenos que, guiados por este mismo Espíritu, obremos
rectamente y gocemos de tu consuelo.
Por Jesucristo, nuestro Señor
Amén.
FUENTE:
CATHOLIC .NET. http://es.catholic.net/op/articulos/1350/especial-de-pentecosts.html